El panteón francés de Puebla

por José Antonio Sánchez Miravete
Los cementerios son las cajas de caudales de vestigios culturales que van dejando los pueblos conforme desaparecen y se transforman. —Arturo Romano

Durante el siglo XVII y casi todo el XVIII, la Iglesia acaparaba los derechos sobre cementerios, entierros y misas. Para la segunda mitad del siglo XVIII, los conceptos de higiene y sanidad fueron fundamentales para la creación de nuevos centros de enterramiento. Desde la Antigüedad, la costumbre dictaba sepultar a los difuntos en las afueras de las poblaciones, y así lo pidió el virrey Revillagigedo. Posteriormente, en 1804, se expidió una Cédula Real con tal requerimiento.

Ya en la época independiente, en 1833, el gobernador del Distrito Federal José María Tornell emitió un bando con 28 artículos para regular los cementerios, y para 1857, el presidente Ignacio Comonfort promulgó un decreto de alcance nacional para su regulación. En 1859, el presidente Benito Juárez decretó que el clero dejara de intervenir en la economía de cementerios, camposantos, panteones, bóvedas o criptas mortuorias. Se autorizó que particulares construyeran y administraran estos espacios.

La arquitectura funeraria ha sido fundamental en la historia. En su libro sobre el Panteón Francés de La Piedad, Ethel Herrera nos recuerda que dos de las siete maravillas del mundo antiguo, el mausoleo de Halicarnaso y las pirámides de Egipto, y una de las siete modernas maravillas, el Taj Mahal, fueron construcciones funerarias. En Europa, el estilo neoclásico marcó el diseño de los panteones, y poco después aparecieron los cementerios jardín, que acercan al hombre a la naturaleza en su última morada.

A partir del decreto del presidente Benito Juárez, no sólo particulares sino comunidades de inmigrantes en nuestro país solicitaron permisos para construir cementerios; Veracruz y Puebla fueron los primeros estados donde se instalaron. En Puebla, don Ignacio Domènech había impulsado desde el Hospital de San Juan de Letrán varias iniciativas para la ubicación y el control de panteones con medidas de seguridad e higiene. A partir de ellas desaparecieron los panteones de La Concordia, El Carmen y La Merced, y surgieron panteones municipales y otros particulares, como el Panteón Francés de la ciudad de Puebla, en un terreno adquirido en 1856. El obispo Perfecto Amézquita y Gutiérrez bendijo la capilla y colocó la primera piedra para la construcción del monumento franco-mexicano, donde se llevarían los restos de los soldados de ambas nacionalidades que murieron en las batallas del 5 de mayo de 1862 y la del sitio de Puebla en 1863. El entonces presidente Porfirio Díaz inauguró oficialmente el panteón el 6 de enero de 1901. Junto con el de La Piedad, fue uno de los primeros panteones particulares en la ciudad. El monumento estuvo a cargo de Juan Corro Soriano, Auguste Leroy y el escultor Marcel Desbois. Por fin la colonia francesa había encontrado un lugar para enterrar a sus muertos en batalla, que estaban dispersos en diferentes cementerios.

La riqueza estilística del Panteón Francés nos muestra cómo la arquitectura funeraria es parte fundamental del desarrollo histórico. Visitarlo es comprender una época cuando se forjó el país que hoy habitamos. Ésta puede apreciarse también en el panteón municipal de Puebla, donde de las 33 mil tumbas existentes hay trescientas catalogadas como monumentos históricos. Fundado en 1867 en los terrenos del antiguo Rancho de Agua Azul, en él están enterrados personajes como los hermanos Serdán, la familia Bello y el pensador liberal Juan Crisóstomo Bonilla.

He usado indistintamente los términos panteón, cementerio y camposanto como se aplican coloquialmente, pero cada uno tiene una connotación específica. Panteón es el altar o monumento que rinde homenaje a un difunto; cementerio es el espacio físico donde se depositan cadáveres, y camposanto es un jardín donde se mezcla la naturaleza con el tributo a las personas que ahí descansan. Y si bien las tres palabras se utilizan como sinónimos, vale la pena la aclaración.

Bibliografía:

  • El Panteón Francés de la Piedad como documento histórico. Ethel Herrera Moreno. INAH. 2018.
  • Puebla de los Ángeles. Grupo Editorial Proyección de México. México.

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