La historia de Loreto y Peña Pobre

Ubiquemos una esquina en el sur de nuestra ciudad, Avenida Revolución y Río Magdalena. Ahora caminemos a la esquina suroriente. Vamos a observar el centro comercial Plaza Loreto, y del otro lado desemboca una pequeña calle llamada La Otra Banda. Pues resulta que por la avenida que lleva ese nombre bajaba el Río Magdalena. De un lado estaba una fábrica de textiles, y en la otra banda se encontraba “El Cabrío”, local donde se hacían unas panochitas de leche quemada de cabra que alcanzaron gran fama. Eran lugares en donde los habitantes de la Ciudad de México de siglos anteriores solían ir a pasear durante los fines de semana. También visitaban la zona del Pedregal, el Olivar de los Padres, llamado así porque durante la Colonia existieron unos terrenos concesionados donde sembraban aceitunas y donde los carmelitas elaboraban aceite de oliva. La producción alcanzaba para proveer a todos los conventos de la orden en la Nueva España, y en ocasiones había excedentes para vender. El río bañaba también las huertas de los monjes en la zona de Chimalistac, y más adelante los que a principios del siglo XX serían los Viveros de Coyoacán.

A mediados del siglo XIX, en lo que originalmente fueron terrenos propiedad de Hernán Cortés y posteriormente de su hijo Martín se fundaron las fábricas de Loreto, Peña Pobre, La Magdalena, La Alpina, Puente Sierra, La Hormiga y Santa Teresa.

Ya en el porfiriato se construyeron, aprovechando la caída de agua desde la zona del Desierto de los Leones, cuatro dínamos, que dieron nombre a la Barranca de los Dínamos en Contreras: cuatro plantas de energía hidroeléctrica para dar servicio a la alta demanda de las fábricas de textiles y papel.

En 1900, Alberto Woern invitó a Alberto Lenz Adolph a colaborar con él en la fábrica de papel San Rafael. Lenz venía de trabajar en la industria papelera en Europa. En 1905, Alberto Lenz adquirió la fábrica de textiles de Loreto y la transformó en papelera. Posteriormente, en 1924 compró a Guillermo Banfiel la fábrica de papel de Peña Pobre, fundada en 1845 para aprovechar los ocho manantiales del terreno que ocupaba y que tenía dos molinetes de cilindro.

En 1928 se fusionaron las dos empresas y se fundó la Sociedad Anónima de Fábricas de Papel Loreto y Peña Pobre. Pronto se convirtió en la productora de papel más importante de la República, y se dotó de avances tecnológicos en ese tiempo asombrosos, con los que producía papel para escribir e imprimir, y también papel para la industria cigarrera y de empaque. En 1930, las fábricas utilizaban cuatro toneladas por día de materia prima de trapo y celulosa de madera, y daban empleo a más de tres mil personas. Peña Pobre funcionó hasta 1987, y Loreto hasta 1991, cuando fue cerrada por cuestiones ambientalistas.

Alberto Lenz fue un patrón ejemplar. Construyó casas, campos deportivos, escuela y un hospital para sus empleados. Poseedor de una amplia cultura forestal, reforestó el Cerro de Zacayuca, hoy conocido como el Bosque de Tlalpan.

Alberto Lenz vivió con su familia en lo que ahora es el restaurante Taberna del León, en Plaza Loreto, y en los alrededores podemos encontrar las casas de los trabajadores y la escuela. En las plazas comerciales de Loreto y Cuicuilco aún se exhibe parte de la maquinaria que se utilizó en las fábricas.

Alberto Lenz falleció en 1951, dejando al frente de Peña Pobre a su hijo Alberto Lenz Tirado y a Walter Lenz Hauser, y en Loreto a Hans Lenz Hauser.

Tal vez en la última propiedad que aún tenía la familia Lenz y que hoy fue derribada y transformada es donde se ubicaba el Restaurante La Cava, heredero del León Rojo de la Zona Rosa.

Nos quedan aún esos recuerdos de la parte industrial y gastronómica de un México que apenas ayer era muy diferente de la vorágine en la que se vive actualmente. La “modernidad” intenta ir cubriendo esos recuerdos como hace muchos años lo hizo en el mismo sitio el Xitle con su lava ardiendo, pero ésta no logra ese modo de perversidad, porque siguen, si sabemos buscarlos, esos vestigios que van formando nuestra memoria de la ciudad.

Te recomendamos:

Dejar un comentario