Conjunto Habitacional Unidad Independencia

por José Antonio Sánchez Miravete
En su campaña presidencial, el Lic. Adolfo López Mateos, quien había sido secretario de Trabajo, prometió dar vivienda a los empleados de las fábricas ubicadas en el sur de la Ciudad de México, en los barrios de San Ángel, Tizapán y Magdalena Contreras.

Al llegar a la Presidencia de la República nombró al veracruzano Benito Coquet Lagunes (1916-1993) director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Durante su encargo, el Lic. Coquet aplicó los conceptos sobre el espacio comunitario que había aprendido en la campaña de José Vasconcelos, procurando la construcción de unidades habitacionales, teatros, escuelas y unidades deportivas, además de clínicas y hospitales. Don Benito asignó la construcción de la Unidad Independencia a su amigo, el Arq. Alejandro Prieto Posadas, quien a su vez se apoyó en sus colegas José María Gutiérrez Trujillo y Pedro F. Miret, a la cabeza de un grupo de más de veinte ingenieros y arquitectos. También incluyó, tanto a solicitud de Coquet como por concepción propia, a artistas plásticos de la talla de Luis Ortiz Monasterio (1906-1990), Federico Cantú (1907-1989) y Francisco Eppens (1913-1990).

En el proyecto, el Arq. Prieto combinó arquitectura, pintura y escultura, y a petición del Lic. Coquet soportó el concepto en dos columnas: por un lado, la tesis del primer obispo de Michoacán, Vasco de Quiroga, los Hospitales-Pueblo: “Viviendo sin necesidad y con seguridad”, y por el otro, los preceptos de la Carta de Atenas de Le Corbusier. El resultado fue un espacio con amplios jardines, polideportivos, supermercados, cine, dos teatros (uno cerrado y otro al aire libre), gimnasio cubierto, alberca, biblioteca, frontones, guardería, dos escuelas primarias, centros comerciales y una clínica del IMSS. Estos servicios pretendían atender a una población de más de 10 mil habitantes en 36 edificios plurifamiliares y 2235 casas unifamiliares.

La construcción se llevó a cabo de 1958 a 1960, en los terrenos de la Exhacienda El Batán, propiedad de la familia Matsumoto. La Unidad recibió comentarios positivos de visitantes distinguidos: en 1962, del presidente de los Estados Unidos John. F. Kennedy, y en 1964 del presidente francés, Charles de Gaulle.

El Arq. Prieto, que en ese momento trabajaba en el IMSS, ya había proyectado varios teatros, tanto en la ciudad como en otros estados. De su creación es el Teatro de los Insurgentes, donde la combinación de las artes plásticas con la arquitectura es más que evidente; otros de su autoría se hallan en La Paz, B.C.; Manzanillo, Col., y León, Gto. Asimismo, proyectó laboratorios farmacéuticos como CIBA, La Campana y Pfizer (por este último ganó el Premio McGraw-Hill a la mejor planta industrial de América Latina), además de clínicas y hospitales. También para el IMSS trabajó en la concepción del Centro Vacacional en Oaxtepec, Mor.

Pero no debe olvidarse la aportación de los artistas: Luis Ortiz Monasterio realizó la escultura monumental del águila y la serpiente y la Plaza Cívica; Federico Cantú, los relieves en los accesos y en el teatro; Pedro F. Miret diseñó El pececito y otros animales de concreto para la recreación infantil, y suya fue en parte la idea del proyecto; Francisco Eppens intervino en algunos edificios, utilizando la técnica de integración plástica aprendida con O’Gorman y Diego Rivera en la creación de Ciudad Universitaria: largas franjas murales como estelas decoradas con motivos prehispánicos, alternados con diseños modernos estilizados, todos hechos con mosaicos mexicanos, en cuya fabricación él mismo se involucró.

Con esta semblanza quiero llamar la atención del lector sobre una construcción que pocas veces nos detenemos a observar por la prisa de la vida moderna. Anoto que para su inauguración se aprovechó, políticamente, el festejo de los 150 años de la Independencia de México y los 50 años de la Revolución Mexicana. Un par de anécdotas: Angélica Gutiérrez Sadurní fue la directora del Jardín de Niños de la Zona Sur, y posteriormente fue la segunda esposa de Adolfo López Mateos, con quien procreó dos hijos. Sobre la nomenclatura de las calles en los tres barrios de la Unidad, a uno se le pusieron nombres prehispánicos; a otro, nombres de canciones mexicanas, y al último el nombre de escritores mexicanos elegidos por Alicia Coquet, hija de don Benito, y por el poeta Jorge Gonzalez Durán.

Además de detenerme a admirar esta obra, vigente después de medio siglo, por la que aún es posible caminar y descubrir los materiales de la que está hecha: cantera, barro, recinto, piedra de río y tezontle, los mismos materiales que se usaron durante la época prehispánica y la colonial, me nace una pregunta: ¿dónde quedó la arquitectura e ingeniería social que nos volvió un referente internacional hace apenas unas décadas?

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