Arap Bethke, un espíritu aventurero

por Verónica Aguirre

Podría decirse que Arap Bethke es un ciudadano del mundo. De ascendencia germano-chilena, él nació en Kenia, y cuando tenía 6 años toda la familia se vino a vivir a México. Al estar en la universidad decidió terminar sus estudios en Australia, y su trabajo lo ha llevado a vivir en Estados Unidos y Colombia, entre otros países. Sin embargo, su corazón pertenece a nuestro país. Conozcamos en esta pequeña entrevista a un actor que ama su profesión y lucha porque dejemos a las nuevas generaciones un mundo en donde sea posible vivir.

Recientemente, Arap participó en la telenovela Mujer de nadie, y también es la imagen de la promoción turística de Guanajuato. Es una persona alegre, generosa, trabajadora, que disfruta la vida y vive con pasión. Para él, ser agradecido es una cualidad fundamental en el ser humano. Ama la naturaleza y es un promotor incansable del cuidado ambiental.

Tu papá es alemán y tu mamá chilena, ¿qué impacto tuvo tu origen en tu forma de ser?

Tuve la fortuna de estar expuesto a diferentes culturas desde muy pequeño: viví la primera infancia en Kenia y después vine a México. Ese contacto con la diversidad cultural me hizo más empático con las diferencias de la gente. Me doy cuenta de que al final del día somos muy parecidos, todos queremos básicamente lo mismo. Asimismo, estar expuesto a culturas tan distintas durante mi vida me hizo más abierto y curioso. Me gusta mucho viajar, platicar con la gente, y creo que, a final de cuentas, eso también me forjó como actor, porque lo que hacemos es contar historias. La diversidad cultural también me llevó a buscar papeles diferentes, que no se parecieran a mí.

Doña Bárbara fue el primer proyecto en el que te vi trabajar, con un personaje de sentimientos muy nobles. Después has interpretado a muchos villanos.

Fue un proyecto muy bonito. Antonio era muy noble, pero tenía sus matices oscuros. Trato de hacer de todo; por ejemplo, mi personaje en Mujer de nadie es un patán y manipulador, pero en Club de cuervos di vida a Juan Pablo Iglesias, una persona súper buena.

Para mí, los personajes no deben ser totalmente buenos o malos, porque ese comportamiento absoluto ya no es creíble. Me gusta encarnar personajes que hagan cosas buenas y malas; por ejemplo, para mí fue muy difícil interpretar a Alfredo (Mujer de nadie), porque tal como está escrito, tiene objetivos muy claros, es egoísta y manipulador, vive sacando provecho de todo el mundo; cuando abordo personajes así, necesito encontrar su lado humano, porque, aunque sea un villano, de repente puede enternecerse con un cachorrito. Para mí es importante mostrar la humanidad de los personajes. El público percibe a los personajes complejos como villanos, y para un actor son más interesantes.

Hablando de Alfredo, ¿qué tiene él de Arap?

Siento que todos los personajes tienen mucho de uno, porque primero los formo en mi imaginación; Alfredo puede llegar a ser encantador, coqueto, amable, y de repente da un buen consejo. Para crear tus personajes debes imaginar qué pasaría si tú estuvieras en esa situación y tú fueras esa persona. Al final del día, nadie es bueno-bueno ni malo-malo. Hay muchos claroscuros en cada cual.

¿Qué te llevó a la actuación?

Fue una coincidencia. Cuando estaba en la escuela, a los 11 o 12 años, llegó Pedro Damián para hacer un piloto, y me lo presentaron. Hablamos, y me invitó a su oficina para platicar sobre un proyecto. Me dio mucha curiosidad, fui y empecé a hacer el programa. Así me inicié en el mundo de la televisión, y cada vez me gustó más. En ese momento no sabía muy bien qué estaba haciendo, pero fue un buen acercamiento. Tomé más conciencia cuando decidí estudiar Comunicación en la universidad, y después me especialicé en medios audiovisuales. Ahí fue muy clara la decisión de ser actor.

¿Qué te llevó a terminar la universidad en Australia?

Estudié primero en la Ibero México. Estando a media licenciatura, hice una novela con Pedro Damián, y debí dejar la universidad; cuando acabó el proyecto, quise terminar la universidad, y unos amigos se habían ido a Australia. Sin pensarlo, me fui con ellos y terminé allá. Fue una experiencia increíble.

¿Y a practicar el surf?

Ya lo practicaba desde que vivía en México, pero en Australia iba todos los días a la playa antes de ir a la universidad. Es muy difícil volverte bueno en el surf si vives en la Ciudad de México (risas).

Tienes un espíritu aventurero.

Sí.

¿Cuántos años viviste en Kenia?

Hasta los 6 años. Creo que el gusto por la aventura y por conocer lugares nuevos viene de mi papá. Él era muy aventurero y viajó por todo el mundo, y cuando se casó con mi mamá continuaron haciéndolo. Primero estuvieron en Washington, donde nació mi hermano; después se fueron a Ecuador, y ahí nació mi hermana; luego viajaron a Kenia, y cuando llegamos aquí decidieron que ya no querían seguir moviéndose. Mi papá solía decir: “¡Vámonos de viaje!, ¡vamos a acampar!, ¡vamos a pasear!”. Le gustaban mucho las aventuras y explorar el mundo.

De esos seis años en Kenia ¿qué recuerdas?

Tengo varios recuerdos. A mi padre le gustaba mucho la fotografía, y tenemos muchas imágenes de nuestra vida en Kenia. Un gran recuerdo es estar en un safari; a mi papá le gustaba llevarnos a acampar. Vimos jirafas, cebras, y después aparecieron los leones, pero los hipopótamos fueron los que más me impresionaron, porque estaban en un lago cerca de donde nos quedamos, y los ruidos que hacían por las noches daban pánico. Recuerdo que conviví mucho con la naturaleza, y siento que de ahí viene mi amor por el ambiente.

¿Es muy diferente ver los animales sin una jaula de por medio?

Sí, cambia tu perspectiva. No es igual verlos en un zoológico, en una jaula, que caminando por ahí; a veces se acercan con curiosidad, otras no; no puedes tocarlos ni darles de comer, pero ver la hermosura y la majestuosidad de los animales inspira respeto por el mundo natural.

Tus papás decidieron quedarse aquí, pero a ti ¿qué te hizo decir “voy a quedarme a vivir en México”?

Su gente y la cultura. Crecí e hice amigos aquí. Memoricé el Himno Nacional, aprendí a comer taquitos, a jugar las cosas que aquí hacían felices a los niños… pero además mi alma nació en México. Entonces, me apegué mucho a este país. Cada vez que me voy por un tiempo y luego regreso, me maravilla la riqueza cultural, natural y profesional que tenemos aquí. En lo personal, creo que hay abundancia de talento en la industria. Entonces, soy muy feliz aquí.

Ahora eres la imagen de promoción turística de Guanajuato, ¿por qué dijiste “sí” a ese proyecto?

Justo por mi lado explorador. Nada me hace más feliz que viajar; entonces, conocer este estado con un grupo, grabando experiencias diferentes, sucesos inesperados, es toda una aventura. En este proyecto se unieron dos cosas que me apasionan: viajar y trabajar. Entonces, fue la combinación perfecta.

Guanajuato es un estado muy bonito, pero no se aprovecha para el turismo en este momento.

Tienes toda la razón, es un lugar con muchas tradiciones. Hay una gran cantidad de sitios arqueológicos que yo no sabía que existían; también está la mezcla de culturas, de cuando llegaron los españoles, que dejó huella en todo, desde la arquitectura hasta la gastronomía. Fuimos a conocer cómo cocineros tradicionales preparaban platillos con insectos; al principio me costó probarlos, pero después me gustaron. Hay una gran fusión con la gastronomía internacional de autor.

También hay lugares para la aventura, es un estado con muchísimo que ofrecer. Está un poco desaprovechado, porque la gente no lo conoce tanto. Entonces, este proyecto permite que la gente lo conozca más allá de lugares típicos como San Miguel de Allende o Guanajuato capital.

Visitamos también unos viñedos donde hacen vinos espectaculares, pero lo mejor es su gente: es realmente maravillosa, abierta y con muchas ganas de compartir sus historias. Es triste que la violencia quite protagonismo a lo que realmente importa.

¿Qué lugares te gustaría que la gente se animara a visitar?

Así como Guanajuato, cada estado tiene una magia impresionante. Me encantaría que la gente explorara más de México, que viéramos su riqueza, desde las selvas chiapanecas hasta el desierto duranguense, pasando por las magníficas playas del país.

¿Eres nacionalizado? Es que hablas tan bonito de México…

Todavía no, estoy en los trámites, pero con tanto trabajo es complicado hacer las citas, pero ya les diré cuando me den mi pasaporte mexicano.

¿Hablas alemán?

Sí, un poquito. Lo aprendí después, porque mi papá nunca me enseñó. Sólo hablaba alemán cuando no quería que nosotros le entendiéramos. Entonces, no aprendimos, pero después sentí que era una responsabilidad cultural saber por lo menos lo básico, aunque cuando no practicas los idiomas se te van olvidando.

En este momento estás en la serie La rebelión de las esposas. Cuéntanos sobre tu personaje.

La serie trata sobre cuatro amigas; soy el esposo de una de ellas, y detono una serie de acciones y decisiones que ellas deberán tomar, y eso las meterá en muchos problemas.

¿Qué te lleva a realmente decir: “Voy a defender el ambiente”?

Siempre fui muy consciente del mundo el que vivimos, pero después de ver en las noticias lo que está pasando y el momento tan crítico que vive el planeta, me di cuenta de que cuando tienes una voz que se escucha más fuerte, o hay una comunidad que te sigue y está pendiente de lo que haces, no solamente en lo profesional sino en lo personal, tienes la responsabilidad de hacer algo más. Creo que las plataformas sociales tienen mucho poder para transformar, crear conciencia y hacer que la gente piense. Puede generarse algo positivo, y no solamente alimentar tu ego. Entonces, eso me hizo sumarme a diferentes causas. Pero en este momento, para mí, el tema ambiental es lo más urgente, porque nos concierne a todos, nos afecta a todos, y todos podemos colaborar para encontrar soluciones que no sean tan complicadas. Justamente, quiero mandar el mensaje de que la solución está en manos de todos, y que la solución implica cosas sencillas que la gente puede hacer cada día, pero tienen un gran impacto en la vida de todos. Es importante que la gente tome conciencia de sus acciones, porque debemos pensar en qué mundo les dejaremos a nuestros hijos.

El mejor consejo que te dio tu papá…

A mi papá le gustaba aprender siempre. Con su ejemplo supe que nunca es tarde para adquirir nuevas habilidades.

Sigue a Arap Bethke en IG @arapmx

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