La historia del Hotel Racquet Club

por Carlos Lavin
El sueco Axel Wenner-Gren, el hombre más rico del mundo en los años treinta y cuarenta, había creído poder evitar la Segunda Guerra Mundial sirviendo como intermediario entre su amigo el mariscal alemán Hermann Göring—casado con una sueca— y los gobiernos estadunidense e inglés. Ante el fracaso de esa mediación, Wenner-Gren, considerado pronazi, se retiró a su casa en Bahamas. Ahí, se hizo amigo muy cercano del duque de Windsor, gobernador general de la isla, quien había abdicado del trono de Inglaterra para casarse con una norteamericana divorciada.

En 1941, por invitación de Maximino Ávila Camacho, hermano del presidente, Wener-Gren llegó a México como protegido; se instaló en Cuernavaca, inicialmente en la Quinta Santa Bárbara, en la calle Netzahualcóyotl, en tanto se construía su residencia. Para ese fin adquirió los terrenos del casco de la antigua hacienda de Axomulco, al norte de Cuernavaca, de más de ochenta hectáreas.

En ese mismo año, Wenner-Gren, aprovechando las ruinas de la hacienda, inició la construcción de su casa. La bóveda original de la factoría se adaptó para una gran sala, y al centro se instaló una chimenea de cantera con las iniciales “A-M”, suyas y de su esposa Marguerite.

Invitados frecuentes a esa mansión eran Abelardo L. Rodríguez; el multimillonario Bruno Pagliai y su esposa, la actriz Merle Oberon; Helgue Ericsson, el sueco dueño de la primera compañía de teléfonos mexicanos, Ericsson; Gunnar Beckman, otro magnate sueco, y (por supuesto) Maximino Ávila Camacho. Wenner-Gren diversificó sus empresas en diarios, bancos y fábricas de armas. En esa casa se tomaron decisiones que modificaron la economía del país. Fue dueño de la naciente compañía Teléfonos de México, que fusionó al adquirir las empresas telefónicas Ericsson y Mexicana, y fue concesionario del Hipódromo de las Américas.

A mediados de la década de 1950, el empresario se abocó a proyectos multimillonarios, como el tren elevado alemán y un gigantesco desarrollo inmobiliario en la Columbia Británica, y para financiarlos debió vender la mayoría de sus negocios. El intento fracasó, y él quedó en quiebra. El gobierno de México intervino sus bienes para pagar sus múltiples deudas y los subastó. El Estado mexicano intervino también sus propiedades en Suecia, y así llegaron al país valiosas obras de arte que se encuentran todavía en el Museo de San Carlos en la Ciudad de México.

Ante la quiebra, Wener-Gren convirtió su propiedad en el primer fraccionamiento campestre de Cuernavaca, Rancho Cortés, que se anunciaba en la Ciudad de México para construir residencias de descanso. Carlos Lavín Oliveros fue el constructor de esa urbanización. Acompañando a mi padre conocí a Wenner-Gren y a su esposa, la entonces famosa cantante de ópera Margarite Gautier.

En 1961 viajó solo a Estocolmo para someterse a una intervención quirúrgica menor. Estando convaleciente le sobrevino un desmayo y cayó, golpeándose la nuca, lo que le ocasionó la muerte el 24 de noviembre. Wenner-Gren y su esposa vivieron en Cuernavaca por veinte años.

Su viuda Margarite debió pagar renta en la mansión decomisada de Cuernavaca para poder vivir ahí hasta su muerte, en 1973. Adquirida por Carlos Slim, se convirtió en el Hotel Racquet Club.

¡Hasta la próxima!

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