Al aire desde 2006, Venga la alegría, el programa matutino de entretenimiento de TV Azteca, se mantiene vigente en el gusto del público con un elenco fresco y carismático, en el que sobresale la radiante presencia de Luz Elena González.
En una charla muy agradable con Distrito, Luz Elena habló del dulce presente que vive como conductora, y recordó la época cuando, con perseverancia, dio un giro a su carrera en la actuación. Tuvo que batallar con firmeza para superar el estereotipo de sex symbol y obtener papeles que le permitieran mostrar su talento como actriz.
En esta etapa de tu carrera, ¿qué ha dado Venga la alegría a Luz Elena González, y viceversa?
Venga la alegría me ha dado el amor, el cariño y el reconocimiento del público en mi trabajo como conductora. Es una época hermosa, de gran aprendizaje. Estoy haciendo cosas distintas, y eso no me permite aburrirme. Venga la alegría me mantiene activa, divertida. Es un trabajo increíble, que en este momento disfruto mucho. No tengo cómo agradecer a Venga la alegría por tantas cosas bonitas que me ha dado. Y también quiero dar gracias a Dios porque llegó esta oportunidad a mi vida. Estoy sacándole todo el provecho posible, disfrutando, riéndome y teniendo la satisfacción de dejar al público alegrías, sonrisas y optimismo, para darle ánimos y que comience un nuevo día con actitud positiva. Eso me hace muy feliz.
Venga la alegría está al aire desde 2006. ¿Qué retos enfrenta el elenco actual y la producción para seguir en el gusto del público?
¡Híjole! Cada día es un reto para los programas matutinos, porque hay que mantener a nuestro público cautivo, no dejar que se nos vaya, dándole un programa con variedad y contenido interesante, con el que pueda aprender cosas en temas de salud, de belleza y también de diversión… Que sea un programa completo, donde la gente encuentre las últimas noticias del país y del espectáculo, contenido que enriquezca su vida y le ayude en sus trabajos, en sus casas, con sus hijos, su familia. Para la producción es un gran reto crear contenido actual, y nosotros como elenco tenemos el compromiso de conectar emocionalmente con el público, para que se encariñen con lo que estamos haciendo. En ese sentido, la tele es maravillosa: le caes bien a la gente o no le caes bien; tienes credibilidad o no la tienes. Hay algo de cada uno de nosotros que traspasa la pantalla. Y tenemos el compromiso de respetar al público, siendo muy profesionales y manteniéndonos al día.
¿Qué es lo que más admiras de tus compañeros en Venga la alegría?
Me encanta que todos tenemos personalidades muy distintas. Nos complementamos. Cuando se organizan mesas de debate, surge una conversación interesante. Hay distintos puntos de vista, opiniones diferentes. Es muy importante defender tu opinión, pero también respetar la del compañero. Es súper divertido tener personalidades tan distintas en Venga la alegría. Siempre he dicho que este es uno de los mejores trabajos en el mundo, porque vengo a divertirme, a reírme, a jugar, a aprender, a compartir. Y eso es una bendición.

Has sido constante, versátil y exitosa. ¿Cómo defines tu trayectoria profesional?
Yo comencé mi carrera en la conducción. Tuve la fortuna de entrar en un programa de televisión que era muy exitoso en esa época: Al ritmo de la noche. Todo mundo lo veía. Ahí te enterabas de todo, porque todavía no había redes sociales. Haber trabajado en Al ritmo de la noche me dio un nombre que se conoció muy rápido en este país. A los 15 días, la gente me saludaba en la calle, me reconocía, y yo estaba muy chiquita. Tenía 23 años en esa época, y me impresionó lo que puede hacer la televisión. Ese fue el lanzamiento de mi carrera. Y fui creciendo con los años. Llegué a la actuación y protagonicé varias telenovelas, como Hasta que el dinero nos separe, y estoy muy sorprendida de que siga siendo tan exitosa. Catorce años después de grabarse, sigue al aire. Esa telenovela me hizo romper un estereotipo y una imagen que por algunos años me habían creado: la de mujer guapa y sexy.
Para mí, se convirtió en un reto adquirir credibilidad como actriz, y para ello tuve que prepararme, estudiar, tomar cursos. Esa etapa fue de mucho trabajo, porque cuando una imagen se impone, a veces es muy difícil cambiarla o que la gente acepte pasarte de un lugar a otro. Yo tenía que buscar esa credibilidad porque, aunque agradeces que la gente te chulee y te diga que eres guapa, eso no iba a mantenerme como actriz o conductora. Todos los días buscaba la oportunidad y me preparaba para aprovecharla cuando llegara. Cuando empecé a actuar en telenovelas, tuve que hacer muchos sacrificios, mucho trabajo, y logré cosas sorprendentes con personajes diferentes; en algunos no salía tan guapa, en otros tenía que usar ropa floja o era pobre. Y logré cambiar aquella imagen. ¡Fue increíble!
Trabajé muchos años haciendo telenovelas, pero quería volver a conducir. Entonces, a los managers, a la gente de Relaciones Públicas, a quien me cruzara en el camino, les decía: “Quiero volver a conducir”. Y un día, uno de esos RP de repente me dijo: “Hay un proyecto, y te propuse”. Me quedé en el proyecto y nos fuimos a hacer el reality Amor en el aire en República Dominicana. Fue una experiencia maravillosa. Y gracias a esta oportunidad, Adrián Ortega (director general de Contenidos de TV Azteca) me invitó a conducir Venga la alegría.
Después de contar esto puedo decirte que, cuando alguien lucha por sus sueños, sí se logran, pero hay que trabajar en ello todos los días y no olvidar tus objetivos. Hay que trabajar con respeto, disciplina, fe y esperanza, aunque a veces digas: “Ya no puedo, ya no tengo fuerza”.
Desde el inicio de tu carrera, ¿cuáles son los cambios más significativos y que más te sorprenden en la forma de hacer televisión?
El mundo, la vida, todos hemos evolucionado, y la forma de hacer televisión también. Evidentemente, no es lo mismo que cuando comencé en esta carrera. He visto cómo van cambiando las producciones, cómo se modernizan. Tengo 50 años, pero no los siento, todavía me cuesta saber que tengo medio siglo, pero me divierto al ver cómo evoluciona la forma en que te diriges al público. Ahora somos mucho más libres de expresar lo que sentimos, con palabras que en otros momentos estaban censuradas en la televisión; hoy se habla con naturalidad de temas como el sexo, que antes era un gran tabú. Actualmente la televisión es mucho más rápida y tiene formatos diferentes. Yo estuve en telenovelas que duraban un año o más grabándose, y ahora no duran más de tres o cuatro meses; se han convertido en telenovelas muy cortas o series. El mercado ha cambiado: antes teníamos la televisión de paga por cable, y las plataformas llegaron a modificar la forma como la gente ve el contenido que le gusta, con una gran cantidad de opciones. La competencia es mayor. Si antes debías trabajar mucho, ¡hoy debes trabajar todo!, porque con las plataformas y las redes sociales en todo momento debes estar haciendo la foto, el video, la selfie, comunicándote con la gente para que te sientan cercano, vendas como producto y tengas credibilidad. Es un trabajo muy intenso. Ahora la gente puede entrar a tu casa a través de las redes sociales. Antes llegabas a tu casa y descansabas, la gente te veía en entrevistas, en la calle, en eventos, en la tele, y ahora es en la televisión, las redes y plataformas… en todo. Es una cercanía muy interesante, pero hay que saber medirla, porque de repente tienes que dejar descansar un poco, para luego volver a tener cercanía. Tiene su ciencia.

Además de éxitos, seguro has tenido momentos complicados en tu carrera. ¿Puedes compartir alguno que te haya dejado un gran aprendizaje?
Un momento clave en mi carrera ocurrió cuando yo interpretaba a mujeres muy guapas y atractivas en las telenovelas, en una época cuando vendía mucho el concepto sex symbol. Eso era lo que yo representaba entonces.
En una etapa cuando siempre tenía trabajo, empecé a rechazar los personajes que me proponían. Yo buscaba hacer papeles de buena, que ya no fueran de sex symbol, y recuerdo que alguna vez a un ejecutivo de la empresa donde trabajaba le comenté: “Oye, yo puedo interpretar una monja. ¡Soy actriz! En su momento tuve un boom por haber hecho ciertos personajes y por haber empezado en la conducción, y porque me veía guapa y era sexy. Pero soy actriz, sí estudié y sigo preparándome. Denme la oportunidad”. Y no me la daban.
Yo nunca había rechazado un papel en telenovelas, pero cuando lo hice, un ejecutivo me llamó y me cuestionó por qué rechazaba los personajes, si era actriz exclusiva de la empresa. Sí podía ver los proyectos y escoger o esperar, pero yo dije: “Es que los tres últimos que me están ofreciendo no son lo que yo quiero. Yo quiero este personaje de esta telenovela”. Así llegó mi primer antagónico: La Pajarita en Hasta que el dinero nos separe, y después llegó mi primer protagónico: la tía Chela en Una familia con suerte.
Me costó muchísimo trabajo, pero me puse muy necia y me aferré tanto… Recuerdo que un día lloré ante una imagen de la Virgen que hay en Televisa, en el edificio de productores, saliendo de una cita en la que me dijeron que debía interpretar a una mujer muy guapa, escotada, con todas las características de los personajes que yo ya no deseaba hacer, porque quería quitarme la etiqueta de sex symbol. Entonces, yo lloraba, lloraba y lloraba cuando lo rechacé, aunque era un gran personaje, pero yo necesitaba hacer otro, el de la tía buena, abnegada, con mandil, cocinera, sin arreglarse tanto. Debía demostrar que podía hacer ese tipo de personajes, para tener un abanico de oportunidades en la actuación.
Lloré muchísimo, recé, le pedí a la Virgen… Me fui, y a los 15 días me habló el productor y me dijo: “Ya tienes el personaje”. No habían podido darme el personaje porque era para Ana Bárbara, pero no lograron cerrar la negociación con ella. Entonces, pudieron haber pensado en otra persona, pero yo fui tan insistente que me hablaron y me dieron el protagónico compartido con Mayrín Villanueva en Una familia con suerte. Fue uno de los mayores logros que pude tener. Graciela Torres fue un personaje maravilloso, que me dejó muchísimo aprendizaje. Gracias a Dios, nos fue increíble. A la gente le encantó el personaje, lo aceptó muy bien. La gente lo vivía junto conmigo, yo lo veía en la calle, pero además en la misma empresa me lo hicieron saber, y fue algo que trascendió, y de ahí surgieron otros personajes antagónicos increíbles. De pronto ya no era sex symbol, a lo mejor era una mujer pobre, me tapaba más y no me arreglaba tanto, o podía ser ya una mujer rica, de sociedad. Di un cambio fuerte a mi carrera en la actuación gracias a la oportunidad que me dieron. La verdad, insistí mucho, y un ejecutivo me preguntó: “¿Por qué estás tan necia? ¿Por qué quieres hacer estos personajes?” Y le respondí: “Porque quiero tener la satisfacción de que se reconozca mi trabajo como actriz”.
¿Qué hábitos aplicas en tu vida diaria para lucir tan radiante?
¡Qué bonito piropo acabas de darme! Siempre ha tratado de cuidarme. Desde niña he sido deportista. Eso me ha ayudado mucho. Me cuido muchísimo. Ya sabes, estoy al día con los tratamientos más nuevos para la piel. Trato de comer tan sano como se puede, aunque hay momentos, como en la vacación, cuando uno se da ciertos gustos. Pero sí tengo que ser muy disciplinada para mantenerme bien, y no solo físicamente. Creo que la belleza viene de adentro, y si por dentro estás bien, estás saludable. Eso se refleja en el cuerpo y en la piel. No fumo. No tomo. Trato de dormir ocho horas diarias; a veces no lo logro, tal vez duermo siete, pero procuro tener hábitos saludables.
¿Qué le hace falta a tu carrera, y qué proyectos profesionales hay en puerta?
Estoy muy concentrada en Venga la alegría. Es mi prioridad. Me ofrecieron un par de obras de teatro y no quise tomarlas, porque quiero concentrarme en el programa. Si hago alguna obra de teatro, sería para finales de año, estoy abierta a esa posibilidad.
También estoy sacando adelante el emprendimiento de unos foros que hice para producir programas de YouTube, podcast… ya sea rentar los lugares o vender la producción completa para lo que la gente quiera producir. Y también será escuela de actuación los fines de semana para niños, adolescentes y adultos. En este emprendimiento me asocié con Rodrigo Vidal y su esposa Karla Ruvalcaba. Tenemos un proyecto muy bonito que se llama Talent Workshop.

Luz Elena González en breve
Abogacía…
¡Justicia! Yo estudiaba Leyes en el ITESO, en Guadalajara.
Un pasatiempo…
Jugar golf… relajación.
Jorge Ortiz de Pinedo…
Un segundo papá para mí. Lo adoro. Es un gran ser humano. Es una de las figuras más importantes en mi vida, no solo en lo profesional, sino en lo personal. Le agradezco el tener yo una carrera, que me haya dado la oportunidad de ser conductora en Al ritmo de la noche.
Tu mayor virtud…
Soy una muy positiva, y siempre veo el lado bueno de las cosas y el vaso más lleno que vacío. Soy muy alegre también.
Un defecto que quisieras superar…
Enfrentar a las personas. Me cuesta trabajo entrar en conflicto. A veces es necesario entrar en conflicto para arreglar las cosas, conseguir lo que uno quiere o solucionar problemas.
Lugar para vacacionar…
La playa me encanta, me relaja muchísimo. Estoy muy enamorada de Mérida.
Libro preferido…
Me gustan las lecturas románticas. También me gustan mucho los libros de acción, y en ese género mis libros favoritos de acción son de la saga de Dan Brown: El código Da Vinci, Ángeles y demonios, El símbolo perdido, Inferno y Origen.
Película favorita…
Las románticas y las de vampiros. Me gusta Crepúsculo, que también es una saga. Me encantan las de Harry Potter. La boda de mi mejor amigo me parece espectacular.
Actriz que admires…
Julia Roberts. Su película Erin Brockovich me fascina. Y Anne Hathaway.
Jalisco…
Mi casa. Mi familia.
Conoce Talent Workshop, el proyecto de Luz Elena González